Según los mayores embera, el vínculo con el Magdalena Medio surgió en la década del 60-70 cuando los hombres jóvenes y solteros, entre los 12 y 20 años, se integraron a las dinámicas de adecuación, siembra y cosecha de maíz, ajonjolí, arroz y plátano. El arribo estuvo acompañado de los afrochocoanos, quienes sirvieron como enlace para que el hombre embera adquiriera trabajo. Esta información sorprende inicialmente, porque la imagen del embera de Puerto Boyacá hoy en día se reduce a la noción de víctima y desplazado.
Durante la década de 1970 el municipio de Puerto Boyacá concentró un elevado porcentaje de tierra titulada a familias campesinas adelantadas por el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA). En 1970 el INCORA entregó el 68% de los títulos a nivel nacional en Puerto Boyacá. Se titularon un total de 31.243 (ha) a 613 familias (Hernández 1972; Medina 1990). Esta época es recordada por los adultos mayores de Puerto Boyacá como la gran bonanza agrícola, un periodo que necesitaba de un gran número de trabajadores rurales para adecuar los suelos, sembrar y recolectar las cosechas
Desde la década de 1960, centenas de trabajadores embera del Alto San Juan ocuparon la oferta laboral agrícola del Magdalena Medio. Los hombres se instalaban por periodos de ocho meses o un año, luego regresaban al San Juan para entregar remesas a las madres, e iniciaban de nuevo sus incursiones por el Magdalena Medio que era vista como una región prospera y un lugar propicio para acumular dinero.
En el Magdalena Medio las familias embera adoptaron un modelo de vivienda denominado “campamentero”, nombre con el que se designó el proceso mediante el cual una familia se traslada a una hacienda bajo un contrato verbal y temporal. Generalmente se construía un precario campamento de madera y palma y se residía el tiempo que veía conveniente el patrón. La vida campamentera no estaban compuesta por jóvenes solteros en busca de trabajo, sino de familias y parentelas que salieron del Alto San Juan para instalarse en Puerto Boyacá, con objetivo de adquirir y colonizar tierras
En ese entonces la economía campesina encabezó las dinámicas económicas de Puerto Boyacá. La política agraria en el municipio estuvo acompañada de créditos de la Caja Agraria que fueron indispensables para el aumento de la producción agrícola que en 1960 se estimaba en 25.710 (ha) y al finalizar la década había ascendido a 37.000 (ha) (Medina, 1990). Sin embargo, los créditos no lograron cubrir todas las necesidades de los campesinos, por lo cual el endeudamiento con los comerciantes de la cabecera municipal fue una práctica común. Las deudas facilitaron que las tierras campesinas fueran cedidas en aras de cubrir las obligaciones hasta que finalmente “optaron por vender las mejoras para salir de la región o dedicarse a nuevas colonizaciones” (Medina, 1990:93). Luego se levantaron las haciendas ganaderas en las tierras campesinas y los propietarios pasaron a ser industriales, militares, comerciantes y políticos.
Documento referenciado:
Medina, Carlos. (1990). Autodefensas, paramilitares y narcotráfico en Colombia. Origen, desarrollo y consolidación. El caso “Puerto Boyacá”. Bogotá: Editorial Documentos Periodísticos.