(autor Dagoberto Leiva)
Carlos Leiva nació en 1987 en Santa Cecilia Risaralda, él creció en medio del desplazamiento y fue criado por su tía Ermilda, llegó a crecer en la finca La Florida, trabajando con su familia. Después se fue, del pie de su familia, para trabajar y progresar solo. Tuvo el honor de coger destino hacia Cimitarra (Santander) para trabajar limpiando potreros y cultivando maíz, arroz y ajonjolí. Después llegó la guerrilla del río Carare (Santander), entonces se fue a la vereda La India en Cimitarra. Una vez, a la vereda llegó la Cruz Roja para ayudar a las víctimas del conflicto con comida, todo eso lo aburrió y tan solo duró un mes, después cogió destino a Puerto Romero. Allá trabajó voliando rula, bien duro, como un año. Después se fue al pueblo de Puerto Boyacá, allí Carlos se quedó con la abuela Belarmina Nacabera tres años a punta de hacer y vender escoba para sobrevivir.
Carlos se separó de la abuela y cogió destino hacia el corregimiento de Puerto Pinzón, allá trabajó por muchos años hasta que escuchó la noticia que su familia formó una comunidad y tuvo el honor de llegar a Motordochake. A sus 15 años Carlos conoció su primera pareja, Doreliza, pero no fue una decisión propia, se unieron por consejo de la comunidad, pero después de unos meses a Carlos no le pareció buena pareja. Entonces, se separaron y Carlos se fue a Antioquía a trabajar voliando rula y guadañando potreros, al cabo de unos meses volvió se fue a la vereda La Pizarra, en Puerto Boyacá, para fumigar potreros. Después de ocho meses trabajando en diferentes haciendas, tuvo el honor de regresar a Motordochake y juntarse con Luz Cely, que es la hija de la primera mujer de Carlos, hoy tienen cinco hijos.
Carlos y Luz Cely se fueron a Risaralda a trabajar en cafetales por ocho meses. También trabajaron en cultivos de tomate y después en una cafetería en Pereira. Cuando volvieron a Motordochake, hubo muchas dificultades con la mamá de Luz Cely, por eso se separaron un tiempo. Entonces Carlos le pidió a la comunidad que le diera consejo a Doreliza para que no molestara a su nueva pareja. La comunidad aconsejó y la señora se quitó esa fiebre de encima y se calmó. Después Carlos construyó una casa con Luz Cely en Motordochake y comenzó a cultivar.
Carlos opina que los trabajos en haciendas ganaderas de Puerto Boyacá, come mucho tiempo y no deja que los indígenas se ocupen de sus propios cultivos en Motordochake. A pesar de eso, en ocasiones hay tiempos de escasez, las cosechas no prosperan y deben emplearse en las haciendas ganaderas cercanas a Motordochake para conseguir su sustento. Pese a las dificultades, Carlos prefiere mantener sus cultivos antes que perder años en la finca de un patrón, puede que el lotecito en Motordochake se demore en dar frutos, pero es propiedad, de su familia. Por ejemplo, La piña se vende en los mercados campesinos que organiza la Alcaldía, a veces cada familia de Motordochake alista tres bultos de piña y todo se vende. Motordochake está inundado de piña, cacao y achín. En cosecha de piña Carlos y Luz Cely sacan de 8-12 bultos, pero no siempre se vende, a veces se cambia por leche y otras cosas a los finqueros de la vereda, porque por acá nadie siembra piña.
A Carlos Motordochake le parece un buen lugar, hay comida y fruta, están tranquilos y seguros, pero la tierra es muy pequeña y no es muy fértil. Por eso, él piensa que cuando crezcan sus hijos, no habrá suficiente tierra para todos. También está el problema de la propiedad, la Alcaldía no quiere legalizar la propiedad como un resguardo, es decir, estamos en una tierra prestada.