(autor Adan Restrepo)
Hola mi nombre es Adán Restrepo Guasiruma yo crecí en el resguardo Gito Docabú que queda cerca al corregimiento de Santa Cecilia (Pueblo Rico, Risaralda), nací en un lugar llamado La Escuela en el año 1993. Mi madre es Mariana Guasiruma Nequita, mi padre Bernardo Restrepo Serna y tengo cuatro hermanitas. Cuando tenía cinco años, iba a la selva con mi madre, traíamos leña, comida y todo lo que nos brindaba la selva. A los seis años, ingresé a la escuela indígena Bajo Gito, la jornada era de 7.00 de la mañana a medio día, allí hice la primaria.
Desde niño me ha gustado el estudio, además mi padre es docente, por eso cuando terminé la primaria me matricularon en La Institución Intercultural Docabú en el año 2005. Allí la jornada era hasta las cuatro de la tarde, todo el día en el colegio. El colegio está retirado de la vereda Bajo Gito, para estudiar tenía que levantarme a las tres de la mañana, eso de estudiar es un sacrificio. Así duré seis meses, cuando llegó la ruta escolar, pude dormir una hora más y me levantaba a las cuatro para llegar a las seis de la mañana al paradero de la ruta. En el colegio duré tres años, hice hasta octavo, pero todo cambio cuando amenazaron a mi padre y nos tuvimos que desplazar a Puerto Boyacá, eso fue en el 2009. Nos vinimos 19 familias de Gito Docabú por la guerra.
En Puerto Boyacá nos quedamos en la Defensa Civil, el alcalde nos dijo que era mejor que nos regresáramos, porque no había espacio para más indígenas en el municipio. Tan solo tres familias se fueron a Motordochake, entre ellos mi padre y las dos esposas que tenía. En Motordohake solo dure unos meses, no amañe porque la tierra era muy pequeña y ya había muchas familias, no había tierra para más personas, me puse a trabajar para poder regresar a Risaralda. Yo me devolví con mi madre y nos fuimos a mantener los cultivos en Bajo Gito, por todos esos andares, me tocó dejar el estudio al menos un año.
En Risaralda comencé a estudiar todos los sábados en un colegio de la vereda Marruecos, en un año terminé noveno y décimo. Cuando terminé décimo, fui a visitar a mi padre en Motordochake y conocí a una muchacha lo más de bonita, Erika Dovigama. Al verla, hablé con mi padre para que habláramos con los padres de Erika y decirles mi interés por su hija, ellos me dijeron que si Erika me aceptaba, ellos autorizaban la unión. Un mes de abril del año 2012, nos casamos en matrimonio civil en Puerto Boyacá. Cuando nos casamos retome mis estudios en la Institución Educativa del corregimiento de Puerto Pinzón (Puerto Boyacá) y también trabajaba en las fincas para sostener a mi esposa, que también estaba estudiando en Puerto Pìnzón y cursaba grado séptimo. Cuando terminé mis estudios y logré ser un bachiller, hubo un problema en la convivencia de Motordochake, por eso la comunidad se separó y unas familias nos fuimos para el resguardo de Peñas del Olvido (Tadó, Chocó). En Peñas el tío de Erika era el docente de la comunidad, como él sabía que era bachiller y era buen estudiante, me ayudó para conseguir trabajo de docente en la comunidad. Primero me contrató la Diócesis, después me contrató la Organización Regional Embera Wounaan (OREWA).
En ese tiempo también ayudé a Erika para que terminase los estudios que interrumpió cuando nos fuimos de Motordochake. Yo tenía una motico y llevaba a Erika al colegio que quedaba en Santa Cecilia. Me gustaba mi vida como docente, salíamos con Erika a pasear en la moto, pero todo cambió cuando comenzó a investigarme la guerrilla, eso fue el ELN. Además comencé a tener problemas con personas de la comunidad de Peñas del Olvido, decían que no trabajaba bien y que no cumplía, pero mentira, es que la gente es muy envidiosa. Decidimos con Erika irnos a Puerto Boyacá, otra vez, primero fue ella yo me quedé a cobrar el último sueldo como docente y nos encontramos.
Antes que nosotros mi suegro José Vicente y las familias de su padre y hermanos ya se había desplazado a Puerto Boyacá, también por problemas con la guerrilla, ellos llegaron a la vereda La Tebaida, eso es cerca de Motordochake, allí un finquero nos había dejado vivir mientras le ayudábamos a tumbar un bosque. Así el finquero podía tener sus potreros de ganadería y nosotros sacábamos carbón de la madera, hay comenzó nuestra vida de carboneros. Allí duramos como ocho meses.
Después llegó el candidato a alcaldía Botero a hacer campaña, él se reunió con nosotros y decía que quería apoyarnos. Los líderes de la comunidad, le dijeron que necesitábamos una tierra propia, y nos dijo pero quién está vendiendo, en ese momento el finquero que nos dejaba sacar carbón dijo: si es para los indígenas yo le vendo 40 hectáreas. Botero dijo: yo me comprometo en comprar 12 hectáreas si era alcalde, por ahora vallan al predio que yo lo compró después. Entonces el finquero nos dejó quedar en dos hectáreas de la finca Libertad Dos, allí vivimos como 10 meses, esperando que nos compraran las 12 hectáreas, porque Botero ganó la alcaldía.
En esa finca también sacamos mucho carbón, pero sufrimos mucho, los niños enfermaban y no podíamos cultivar. Entonces llegó un funcionario del Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (INCODER) y dijo que no se podía adquirir esa finca, porque no tenía fuentes de agua. Entonces, nos dijo que tenía un amigo coronel que vendía una finca cerca de la quebrada La Fiebre, eso es en la Serranía de Las Quinchas. Los líderes de la comunidad fueron allí, y les pareció buena idea el cambio, entonces nos fuimos todos para allí, fueron como ocho meses, hasta que el dueño dijo que nos fuéramos y solicitó un desalojo, decía que el gobierno no le gusta negociar rápido y estaba cansado de esperar la compra, ya en esa época el INCODER dejo de existir y quedamos sin ilusión.
Después nos tocó vivir en Casaloma, eso es una finquita de 11 hectáreas que queda cerca al casco urbano de Puerto Boyacá, llegamos en el año 2016 y seguimos sufriendo desde entonces. A pesar de los problemas en el año 2018 me casé con Erika en la iglesia San Pedro Claver de Puerto Boyacá. Con Erika tenemos dos hijos y nuestro gran sueño es que nuestra familia logré tener un territorio propio.