(autor Adán Restrepo)
José Vicente nació sobre el río Condoto en la vereda Avelino, fue criado por su padre Manuel y madre Alejandrina. A sus ocho años comenzó a trabajar con su papá, cargaban maíz del lugar de corte a la casa, luego lo desgranaba e iba a pescar. Él hacía trampas y a los 10 años comenzó a cazar pájaros y ardillas con cerbatana o bodoquera con veneno. A los 12 años cazaba con escopeta, con el tiempo, dejó de cazar para dedicarse al cultivo de maíz y plátano, socolando con su padre.
José Vicente cogió mujer y vivió cinco meses con ella. Un día su suegra fue a recoger a su mujer y José Vicente no quiso ir con ellas, por eso consiguió otra mujer llamada Ernestina quien provenía de la vereda Gito (Pueblo Rico, Risaralda). Al casarse, se fueron durante un mes a Gito. Allí, limpiaron los cultivos de los suegros y volvieron a Avelino, donde Manuel. Después fueron a la vereda Silencio, abrieron el monte y construyeron una casa. José Vicente cogió un lote aparte, para sembrar plátano, maíz, yuca y frijol. Después construyó una vivienda y tuvo su primer hijo con Ernestina, Wilson. En Silencio trabajaron seis años y después se fueron a la cabecera del río Andágueda en Cuajandó. Fueron a conseguir tierra y, cuando la consiguieron, volvieron donde Manuel y sus hermanos, los invitaron a Cuajandó, una tierra prospera.
Entonces, las familias comenzaron a trabajar entre los cultivos y casas de Silencio y Cuajandó, iban y volvían. Así, duraron dos años hasta que murió un niño de 9 años y un joven de 16 en Cuajandó por mordedura de culebra, eso los aburrió y volvieron a Silencio. Después, en Silencio murió un hijo de Ernestina y José Vicente. Ya, cansados, fueron a trabajar en la finca Agua Bonita de un patrón paisa. Esa finca la administraron por dos años hasta que el INCORA la compró y se formó el reguardo Peñas del Olvido. Agua Bonita era una finca del patrón Arturo, él compró todas las tierras del río Condoto a toda la familia de José Vicente, tíos, padre, Manuel, y cuatro familias más. Toda esa tierra fue vendida a bajo precio, todo fue un regalo, porque no sabían de dinero, por eso se fueron a Silencio.
El patrón Arturo nunca estaba en la finca, él vivía en Pereira y permitió a José Vicente y su familia vivir en Agua Bonita y cuidar las 400 cabezas de ganado que tenía. José Vicente le trabajó al patrón por 6 años, allí pudo sembrar borojó, plátano y chontaduro. A los 17 años, José Vicente conoció la guerrilla en Agua Bonita, su esposa Ernestina le avisó que llegaron dos personas del monte. Tenían pañuelos rojos, eran bien altos y portaban buenos fusiles. Entonces arrimaron y preguntaron ¿de quién es el ganado?, José Vicente respondió: del patrón, nosotros solo administramos; son 400 reses y 14 mulas. ¿Cada cuántos días viene el patrón?, cada mes viene, nosotros queremos charlar con él. Y preguntaron a José Vicente ¿saben quiénes somos?, no señor. Somos la Chusma. José Vicente se comunicó con el patrón quien bajó a los 15 días, el patrón dijo esos son los muchachos del monte, yo no voy a pasarles nada, entonces el patrón le pagó a José Vicente y regresó a Pereira.
A los dos días volvieron los negros y preguntaron que pasó con el patrón, José Vicente indicó, se fue. Al otro día llegaron dos camiones y se llevaron el ganado del patrón, solo quedaron 12 reses porque estaban muy ariscas y cuatro mulas. Entonces el patrón inició los trámites para vender al INCORA, se aburrió porque la guerrilla no lo dejaba trabajar. Así se formó el resguardo Peñas del Olvido y el caserío de la comunidad se ubicó en la antigua finca del patrón de Don Arturo que antes eran las tierras que Manuel, José Vicente y otros embera habían vendido a bajo costo.
A lo último hacían reunión tres grupos FARC, ELN y ERG en Peñas del Olvido y los demás resguardos de la región. Las comunidades de Risaralda ya habían embarcado al menos de a dos muchachos a la guerrilla. Cuando un padre no quería que sus hijos se enlistaran en la guerrilla, eran acusados de ser paramilitares y de tener armas escondidas. Las familias acusadas decían con miedo: dígale al hombre que nos inculpa que nos diga en la cara, donde tenemos las armas. Cuando las discusiones aumentaban los guerrilleros pedían una asamblea de la comunidad que era acompañada por una novilla para todos. Pero no importaba la discusión, porque los guerrilleros siempre se llevaban al menos dos muchachos por la mala y dejaban 3 o 4 milicianos. Entonces por no morir las comunidades empezaron a trabajarles, José Vicente incluso cargó tres veces las encomiendas de la guerrilla. Después vinieron los paramilitares y se incrementó la violencia.
Cuando llegaron los paramilitares hicieron varios retenes que se turnaban con el Ejército. Una vez me pararon, dijeron que yo era guerrillero, “porque todos los indios están con la guerrilla”, a mí no me gustó que dijeran eso y les respondí, entonces dijeron: como usted no nos tiene miedo lo vamos a pelar, y me sacaron un cuchillo y lo frotaron en mi pecho.
Un día la guerrilla atacó a un grupo del Ejército cerca a la comunidad, por esa razón entraron 300 soldados a Peñas del Olvido, decían: venimos a investigar la muerte de los soldados. La comunidad les solicitó que primero tenían que consultar su entrada, porque en el resguardo la autoridad son los indígenas y no podían ingresar como lo hicieron. A los soldados no les importó las solicitudes de la comunidad, entonces recorrieron el resguardo y acusaron a la comunidad de ayudar a la guerrilla. La comunidad en medio de la angustia replicó: aquí no ayudamos a la guerrilla, aquí la guerrilla pasa por la montaña como ustedes, pero no hay caletas, nosotros no tenemos armas.
Por ese miedo, José Vicente y su familia se fueron a La Dorada, Caldas. Doce familias se desplazaron de Peñas del Olvido con rumbo a La Dorada, allí no duraron mucho y se fueron a Puerto Boyacá, donde encontraron apoyó en la familia Leiva, quien les invitó a la orilla del río. En Puerto Boyacá José Vicente consiguió trabajo y se fue a jornalear durante unos meses en los cultivos de coca en la Serranía de Las Quinchas en el sector conocido como Cielo Roto en la finca Nuevo Mundo.
Cuando José Vicente volvió de la serranía, se percató que Ernestina y el resto de mujeres y niños habían regresado a Peñas del Olvido, porque no amañaron en Puerto Boyacá. Entonces Manuel y José Vicente fueron a buscar a sus familias y las obligaron a regresar a Puerto Boyacá. Esta vez compraron un solar y construyeron un rancho en la orilla del río. Allí duraron dos años hasta que se inundó el río Magdalena y fueron reubicados por el alcalde Eduardo Álvarez, en una finca que bautizaron como Motordochake, en el sector de Mataratón en la vereda Velázquez.
En Motordochake comenzaron a trabajar y limpiar el bosque. También alambraron los linderos y sembraron plátano, cacao, piña, borojó, chontaduro y maíz, con semilla traída de Peñas del Olvido. Así trabajaron por muchos años en Puerto Boyacá como comunidad embera chamí-katío.
Luego de la muerte del jaibaná Apolinar se fueron al municipio de Puerto Salgar (Cundinamarca). Allí buscaron arriendo por un mes, hasta que la Personería y la Alcaldía Municipal los mandaron a Puerto Boyacá nuevamente. Allí vivieron seis meses hasta que una pelea entre Dilio Dovigama y Juan Tanigama los separó nuevamente. Fueron a hablar con el alcalde de Puerto Boyacá sobre los problemas y pidieron retorno voluntario al Alto San Juan. El alcalde aceptó y entregó a cada familia viáticos para regresar al Chocó. De ese grupo se fueron 8 familias al resguardo de Peñas del Olvido y empezaron a trabajar la finca, limpiar borojó, platanera, yuquera y papachín.
En Peñas José Vicente recuperó su platanera, yuquera y hasta tuvo reses. También fue cabildo por 8 meses. Entonces, la guerrilla lo llamó a una reunión en la comunidad de Burbata, necesitaban al nuevo gobernador de Peñas del Olvido. Cuando llegó José Vicente había cuatro comandantes de la guerrilla, había marranos y comida, incluso en la comunidad había una tienda, oficina con computadores y plantas de electricidad. Uno de los comandantes le dijo a José Vicente, yo a usted lo conozco cuando era niño, usted es de las Peñas, usted se fue Boyacá y comenzó a investigar a José Vicente.
El comandante le indicó que en Peñas hay mucho cochino, roban mucho, hay vendedores de bazucó, allá sapearon y mataron a nuestros compañeros, si usted quiere trabajar con nosotros y tener mercado y oficina como acá, necesitamos que me traiga 8 de los cochinos. Como José Vicente se había ausentado durante 12 años, desconocía quienes hacían los males. Cuando regresó a Peñas del Olvido, convocó una asamblea y comunicó lo sucedido en Burbata. Entonces, el antiguo gobernador dijo que no entendía la palabra de José Vicente y que la guerrilla quería embolatarlo por ser nuevo, la comunidad le dijo a José Vicente que no iban a mandar a ningún muchacho.
Por ese miedo José Vicente y su familia regresaron a Puerto Boyacá, primero llegaron a una finca llamada La Tebaida a pocos kilómetros de Motordochake. Allí comenzaron a extraer carbón vegetal durante cuatro meses, después fueron a la finca Libertad Dos. Allí trabajaron en carbón durante ocho meses, hasta que fueron reubicados en el predio Porvenir en la vereda La Fiebre mientras el INCODER adquiría las tierras y formalizaba un resguardo. Pero después de ocho meses, liquidaron el INCODER y el dueño de la finca solicitó el desalojo, entonces fueron reubicados en Casaloma. Lugar en el que están alojados desde el año 2016, pero no hay suficiente tierra para sembrar, sufren de hambre y algunos jóvenes encontraron refugio en el bazuco.